A medio camino entre artesanía y souvenir, lo que un día fue una broma para unos amigos, se ha convertido con los años en uno de los productos más comprados por los turistas extranjeros y también por los locales para regalarlo como broma o sencillamente como un recuerdo de su paso por Chile: el indio pícaro.
Tanta es la fama de este pequeño (o grande, los hay para todos los gustos) personaje de madera, que es imposible que no lo recomendemos como una de las 10 cosas que llevarse de recuerdo de una visita a Santiago. Y es que aunque el indio pícaro ruborice a algunos, su especial “atributo masculino” escondido bajo la ropa, sorprende y divierte por igual a quienes coge por sorpresa la primera vez.
Cuenta la historia que el indio pícaro nació en una de las zonas más hermosas de la geografía chilena, faldas del volcán Villarrica, de la mano de unos artesanos autodidactas que fueron retados a copiar en madera un indio apache articulado, que se preciaba de tener los mismos “atributos”. Los artesanos hicieron más que una simple copia, ya que dieron al muñeco características de un indio mapuche, le agregaron el tradicional poncho y le dibujaron un rostro sonriente que rebosa inocencia. De esta manera nació lo que hoy es una de las artesanías más populares del país, el indio pícaro chileno.
Ninguno de sus creadores se imaginó jamás el éxito que llegaría a tener ese pequeño muñeco articulado hecho de madera hueca, que al ser levantado deja ver un desproporcionado pene erecto, pero a los pocos años ya se había convertido en una verdadera sensación.
Sin embargo, el verdadero salto a la fama del indio pícaro chileno fue en 1990, cuando el entonces vicepresidente de Estados Unidos Dan Quayle, lo compró durante la visita que hizo a Chile para la toma de poder del presidente Patricio Aylwin. Al parecer el vicepresidente se dirigía a Santiago desde Valparaíso y se detuvo en la localidad de Casablanca para comprar algunas artesanías típicas que llevarse de recuerdo. El indio pícaro llamó su atención y al intentar levantarlo y descubrir sus atributos, le causó tanta gracia que no pudo resistirse a comprar más de uno. La prensa que lo acompañaba fotografío el divertido incidente y las imágenes del singular indio chileno aparecieron en el diario The Washington Post al día siguiente, especulando incluso con que uno de esos peculiares souvenirs estaba destinado a la Casa Blanca.
Desde ese momento, la fama del indio pícaro chileno corrió como la pólvora y parece imposible resistirse a comprar por lo menos uno, además son muy fáciles de encontrar en cualquier mercado de artesanías de Santiago y de todo Chile. Incluso en los últimos años, a alguien se le ocurrió que no era bueno que el indio estuviera solo, así que creó la versión femenina: una india pícara que exhibe también unas características sexuales más que desarrolladas.
Y aunque, como suele pasar en el caso de los famosos, el indio pícaro tiene sus detractores, no hay duda de que su fama se sigue extendiendo hasta convertirlo en el souvenir más famoso y buscado no sólo en Santiago sino también en muchas localidades del interior del país, donde se pueden llegar a ver indios pícaros de hasta metro y medio de alto, imaginamos que al descubrir su especial “atributo”, la sorpresa será Mayúscula.
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